El laboratorio

Mi laboratorio: Pequeñito, apretadito, pero cómodo, agradable y con aroma de café. También lo llamo mi segundo hogar. Hoy entré faltando un cuarto para las 8:00 am y salí a las 6:00 pm.  Es un lugar bastante placentero, pero no siempre fue así.

Cuando lo recibí era oscuro y parecía parte de una película de terror. Este espacio nunca fue diseñado para ser un aula de clases, pues hacía parte del viejo Centro de Ciencias de la ciudad, y aquí se exhibían terrarios y animales disecados. Poco a poco, ese hueco lleno de telarañas y polvo se fue transformado en un aula de clases. Primero removieron los terrarios, y animales disecados. Luego limpiaron el polvo y las ventanas. Pintaron las paredes, pusieron una alfombra nueva, y agregaron dos hermosas pizarras blancas.

Con ayuda de mi colega, Jill Freeburg, que tiene muy buen gusto para la decoración, el hueco dejó de ser hueco, y empezó a ser un aula de clases.  Un lugar acogedor donde paso gran parte de mi tiempo.